El futuro nunca deja de asombrarnos con nuevas oportunidades. Nunca deja de poner a prueba nuestra capacidad de plantar batalla, de volver a empezar. Nunca deja de demostrarnos que por mucho que intentemos controlarlo es impredecible. Lo único que sabemos a ciencia cierta es que todos avanzamos a un ritmo de 60 minutos por hora. Hagas lo que hagas, seas quien seas. Da igual los errores que hayas cometido o cuantas veces hayas pedido perdón. Todos avanzamos por el mismo camino y me consuela pensar que en este viaje podemos dejar atrás los tropiezos las culpas, las caída, que mientras vamos tirando podemos trazar nuestra propia ruta y plantarle cara al futuro. Es la única manera que se me ocurre de dominarlo.
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